Incluso con Rosales, la oposición tiene las de ganar

 



La jugada de las inhabilitaciones y el haber conducido a la oposición a una “encrucijada” en la que solo les queda la candidatura de Manuel Rosales, era de librito, aunque suene duro. Sin embargo, deja a la oposición con el balón en posesión y sola frente al único jugador que resta, el portero. Esto es, el CNE. 

Pensar que no harían una triquiñuela electoral universitaria, como control de comisión electoral y decisiones arbitrarias, era una inmensa ingenuidad. Es un régimen político con la experiencia de 25 años en el poder y con un grupo dirigente de muchísima sagacidad, más allá de la maldad y criminalidad que dicha sagacidad encierre.  

Esta circunstancia brinda, de nuevo (y me atrevo a presumir que por última vez), la posibilidad de actuar con la mayor entrega, inteligencia, decoro y desapego frente a una necesidad superior y objetivo supremo que el pueblo ha hecho suyo de forma ampliamente mayoritaria: salir del Gobierno por la vía democrática.

Primero, el liderazgo opositor debe dotarse de un discurso y acción genuinamente unitarios. Nuestra candidatura hoy, de cara al presente es, en principio, la Unidad. Es solo el nucleamiento de una fuerza electoral capaz de sacar al Gobierno a voto limpio, la única posibilidad de avanzar hacia un cambio político. A eso sigue apostando aplastantemente el pueblo venezolano. 

Segundo, las decisiones de la indiscutible y principal referente del liderazgo opositor, María Corina Machado, las de Rosales y las de quienes tienen condiciones de decidir hoy, deben conducir a afianzar la unidad opositora en función del objetivo: salir de Nicolás Maduro por vía electoral. 

Cualquier palabra y acto que contribuya con una fractura opositora debe ser entendido como lo que es: una contribución con la estrategia del Gobierno. Fracturar la unidad opositora afecta sensiblemente las posibilidades de salir del Gobierno mediante el instrumento electoral. Minan el trabajo por consolidar la fuerza del voto, única arma política disponible. 

Tercero, se debe decidir el respaldo a quien sea el candidato que el Gobierno permita, el que quede objetivamente, incluso a sabiendas de que todas las opciones (los 13) son candidaturas impuestas bajo maniobras o negocios adelantados por ellos dentro de su estrategia de mantenerse a toda costa en el poder. Y debe recibir el apoyo unitario y masivo de toda la oposición. No debe haber vacilación. 

Ciertamente estamos en el peor escenario. Y aun así, esa debe ser la conducta opositora, bajo el criterio de que se trata de salir del Gobierno por vía electoral y no otra cosa. La oposición debe mantenerse firme en la idea de salir democráticamente del Gobierno y hacer real esta posibilidad.

Ellos han disparado su último cartucho de pinta “democrática”. Son presa hoy de su maniobra, so pena de verse obligados a recurrir a una dictadura abierta y su costo internacional, más allá del costo interno. La oposición tiene la cancha libre, siendo que sus contrincantes están en el peor momento de su historia en cuanto a respaldo popular. 

Finalmente, si salir de Maduro sigue siendo el objetivo, se debe tener clara conciencia de que, en este escenario, salir de ellos no necesariamente implica salir del régimen político establecido. La salida del Gobierno es un elemento táctico central dentro de una estrategia dirigida a conquistar un cambio político. No es el último paso pero, sin esto, esta estrategia no podrá concretarse, al menos por ahora.

Publicado en El Pitazo 

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